La encontraron en su casa toda golpeada, su hermano al no responder su teléfono
la fue a buscar y la había encontrado tirada en la cocina de su casa. La mujer había
caído en coma producto de la golpiza que recibió. Los investigadores no tenían pistas,
en la casa no había señales de lucha, no faltaba nada y estaba cerrada por
dentro. Los familiares y amigos no tenían conocimiento de ninguna pareja o de algún
enemigo. La mujer trabaja en los archivos de la provincia y sus colegas daban
cuenta de una compañera educada y muy callada, dedicada a su trabajo. Luego de
quince días no había indicios y la señora seguía en coma.
Juancho, así lo conocen en los círculos esotéricos de la región, es un
hombre tímido pero muy sociable; agradable pero exasperante cuando se queda
mirando fijo a su interlocutor sin decir palabra alguna por largo tiempo, tiene
una forma de reír ambigua a veces parece cargada de simpatía, de aprobación y
otras veces da la impresión que se está burlando de los demás. La fama de sus
conjuros es muy bien conocida, toda la gente ambiciosa de la provincia le ha pedido
alguna vez un trabajo, toda la gente débil de la provincia le ha solicitado sortilegios,
adivinación y/o consejo. Para él trabajan tres ayudantes a quien llama
secretarios, su función es llevar registro detallado de los casos que trata, su
base de datos es un verdadero mapa socio biográfico de la provincia.
Debido al poco avance del caso los funcionarios comenzaron a ponerse
nerviosos, por un lado, estaba el sector mas conservador del pueblo que
reclamaba por la inseguridad y la poca efectividad de la justicia, por el otro
estaban los sectores progresistas que demandaban por la poca respuesta que se
le daba a un claro caso de intento de femicidio. Las autoridades presionaron al
magistrado que tuvo que reunirse con el fiscal y luego este con su secretario
para contactar a Juancho.
El secretario se conectó con el brujo y recibió un turno de atención a la
medianoche del día viernes en su casa de la capital situada en la intersección de
calle Caseros e Ing. Blanco. La reunión fue muy breve, el secretario preguntó y
Juancho respondió luego de observarlo fijamente con la sonrisa indescifrable.
A los dos días había sido atrapado el culpable, un matón de poca monta
integrante de la barra de un club de futbol, de profesión zapatero. Lo extraño
del caso era el móvil. Su declaración sorprendió a las autoridades judiciales. Juancho
también indicó dónde encontrar la prueba para incriminarlo y evitar que saliera
impune.
Los hechos que quedaron en una reserva estricta, según la declaración del
acusado, son los siguientes: el último día del mes pasado la víctima se hizo
presente en el domicilio del acusado para retirar unos zapatos que había dejado
unos días antes, la mujer en ese momento había manifestado que, sin querer, había
escuchado una charla del zapatero con su colega de tribuna referida a apretar a
un dirigente vecinal que estaba haciendo mucho ruido, la mujer preguntó que si él
hacia esos trabajos por dinero y que cuánto le cobraría por hacer uno para ella:
el zapatero se negó aduciendo que ella había escuchado mal, que era una broma
que se hacían a menudo con su amigo, que el era un hombre trabajador, pero
cuando la dama dijo un precio que implicaba cuatro ceros el barra de futbol no
pudo negarse y entonces preguntó quien sería el infortunado; para sorpresa del artesano
la mujer respondió: YO, con voz firme y sin titubear, el hombre espantado pidió
explicaciones, porqué, paraqué, de qué sirve, la mujer dio una explicación que el zapatero no entendió,
decía algo del tiempo que le había comido cuarenta años, que quería ser
lastimada, el zapatero le dijo que estaba loca y la señora le respondió que ya
lo sabia que no era una novedad y que no era el primero que se lo decía,
empezando por su madre, su padre, su hermano, su primer novio, su segundo
novio, sus compañeros de escuela; el zapatero se volvió a negar pero la fuerza
del dinero pudo más, y el día siguiente concertaron una cinta en una casa
abandonada; el tramite fue expedito el hombre le dio cuatro golpes que la mujer
resistió con asombrosa calma, el ultimo la terminó tirando al piso, ella se
levanto y exigió continuar con la tortura, el barra de futbol procuro no darle
en la cabeza y se negó cuando ella se lo solicitó pero en un movimiento
intencional de la dama su puño dio contra el maxilar provocando una nueva caída,
la mujer estaba grogui y el hombre se resistió definitivamente a seguir con el
castigo, entonces él esperó a que se repusiera y la llevo hasta su casa, la dejó
a un par de cuadras por petición de ella, al momento de bajarse del auto se
encontraba bien y con cara de resignación;
luego, confesó el zapatero, no pudo dormir pensando en la mujer, a los dos días
vio en las noticias que la habían encontrado tirada en su casa.
La policía no le creyó, cuando se le preguntó por el dinero, el zapatero manifestó
que lo había gastado inmediatamente en un regalo para su madre.
La mujer todavía no se repone, continúa postrada en coma, el verdadero
misterio para los participantes de la investigación quedó en cómo Juancho tenía
razón a cerca del victimario. Luego de un tiempo y cuando se comenzaba a
olvidar el caso, el secretario del fiscal pidió un turno a los secretarios de
Juancho para consultar por la enfermedad de su mujer, al finalizar la sesión el
hombre no se aguantó y le preguntó cómo había podido saber quién había molido a
golpeas a la mujer, Juancho respondió: las casas cerradas por dentro no pueden
ser abiertas por fuera, pero las personas encerradas en si mismas no pueden
abrirse desde dentro necesitan que algo o alguien las abra, las destrabe y a
veces eso suele ser muy peligroso…
MARIO MARCELO HERRERA