Presentación



Comencé a escribir en la década del ochenta, en el siglo pasado (dicho de esta forma repercute como un hecho ancestral); si bien manejo las nuevas tecnologías muy bien, siempre tuve la idea de que lo escrito debía publicarse en papel. Pero, todos los que han intentado lo saben, publicar no es fácil y mucho menos si uno vive alejado de los centros literarios. A pesar de haber participado en algunas antologías y revistas y haber ganado algún que otro concurso no creo que nada se compare al sentimiento de ser el protagonista de la tapa de un libro.

Pero más allá de delirios personales, de la lujuria de la fama y el egocentrismo tira bombas que cacarea la propia supremacía de su pensamiento, la pregunta motora de la escritura está ahí: ¿par qué se escribe? (por favor no piensen en la respuesta top de los escritores “para exorcizar fantasmas”).

Para responder la pregunta expuesta tomo como supuesto la idea de que uno escribe para otro (aunque a uno le apene lo que ha escrito, como a mí) y si es así lo que uno está tratando de hacer es de presentarse, de decir ¡“mírenme”!. Y puedo aceptar que ese “míerenme” puede estar dicho con la mayor humildad o la más pesada petulancia pero siempre se trata de decir” acá estoy”.

Tras los pasos de este razonamiento, un tanto errático, es que decidí salir a mostrar lo que he escrito durante tanto tiempo y decir mírenme acá estoy.

En cuanto al por qué escribo, es decir, esencialmente qué me ha llevado a elegir esta forma de presentación mi teoría es simple: escribir es una bella forma de pasar el tiempo.

Este es el pensamiento a seguir tras la creación de este blog el cual se ira desenvolviendo a medida que el tiempo transcurra.







Oscuridad

 



Las luces salpican el parque y lo visten de lunares, diferentes tonalidades de negro compiten como en un concurso de belleza: el negro alquitrán debajo de un arbusto, la antracita detrás de una estatua, el negro asfalto en el codo de una calle interna, el negro azabache sobre la copa de los árboles, el negro azulado en el cielo casi invisible y el negro betún con la brea mezclándose entre los troncos del bosque. Una mujer joven espera en un banco con las manos entrelazadas, como si estuviera rezando. Hay poca gente en el gran espacio verde. A fuera del parque, como si hubiera otro universo, los autos y su frenesí de bocinas intolerantes, los colectivos trasnochados y la gente corriendo a su casa para ganar un minuto de descanso, porque mañana será otro día de trabajo.

La joven mira hacia un lado y hacia otro, de repente, entre los retazos de oscuridad emerge un joven, camina rápido, se dirige a donde está la mujer. La muchacha se pone de píe y da dos pequeños pasos en dirección del hombre, al encontrarse se toman de las manos, acercan sus rostros y se dan un beso. Se quedan inmovilizados por un instante, se miran con mucha ternura, algo están diciéndose, pero es un secreto porque hablan muy bajo.

Ella busca en su bolso… saca un arma, apunta y dispara. El joven cae al piso, no se mueve, ella lo observa por tres segundos, guarda el arma y se pierde entre el betún y la brea.

EL OTRO

 El otro es un espejismo

soñado por un niño rico

un nombre en el olvido

un juego sin sentido

El otro es una sombra

un numero infinito

las hojas de otoño

el cielo sin estrellas

El otro puede gritar 

para no ser escuchado 

el otro no es siendo

viento, lluvia, frío.

El otro es uno mismo

lanzado al vacío

pequeñas ignominias

marcando los cuerpos

gobernados por el desvarió 




La esquina

 

Parado en una esquina
encrucijada y angular
de ciudad alcalina
regalando el tiempo
al semáforo vigía
que interrumpe la locura
o habilita el frenesí
a los dos pies derechos.
La ciudad se ve grano de polvo
suspendido en el universo
donde el rectángulo salteado
se convierte en un abismo
habilitado a los zapatos cansados.
Parado en la esquina
la gente parece más amable
en el status de peatón
en el cual los doctorados no cuentan
a la hora de arribar
a la otro margen
solo basta evitar
el enfrentamiento directo
la mirada fija
el sueño
de mañana
de ayer o
aquel que jamás
se soñará.
Parado en la esquina
equilibrista de cordones
la vida se siente
con mayor necesidad
de ser vivida.
Parado en la esquina
los pasantes listos a flotar
sobre las teclas del asfalto
sonámbulos ignorantes
de las demás travesías.
Parados en una esquina.
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Diurno

 Elástica, la mañana descremada

confirma la certeza con filo de espina

que los días son posibles gracias

a la magia de una cuantas leyes físicas

Azucarada, la mañana avanza

con la imperturbable cadencia

de dos enamorados bajo la cama

y un simple destino: disolverse

en las meridiana hora

de paso a la siesta.



APOCALIPSIS

 



Todo comenzó como algo pasajero, primero fue una simple enfermedad viral, luego una epidemia regional y finalmente una pandemia. Los primeros meses se resolvió con cuarentenas en cada país del mundo. También aplicaban medidas estrictas de higiene y una conducta que se denominó aislamiento social. Los niños dejaron de ir a clase y los adultos mayores no salían de sus casas. El turismo y algunos servicios se vieron rápidamente afectados. Todo se resumía en evitar la rapidez de los contagios y el colapso de los sistemas sanitarios, hasta que llegara la vacuna. Algunos países apostaron a la inmunidad de rebaño, por supuesto, no resultó. Se hablaba de economía o salud, era muy raro la dicotomía entre la administración de la escasez y la administración de la enfermedad. Nadie se dio cuenta que el sistema económico-cultural en que estábamos inmersos no era adecuado a la enfermedad que se enfrentaba ya que requería de un alto grado de individualidad, en tanto enfrentar la enfermedad lo que demandaba era un alto nivel de conciencia social. Si la libertad de un hombre estaba por sobre la supervivencia de la especie no se podía esperar resultados positivos.

Luego de medio año en pandemia, comenzaron a salir con premura las primeras vacunas experimentales. Al mismo tiempo se reportaron casos de personas que habían tenido la enfermedad y volvían a contagiarse. La inmunidad de rebaño no era efectiva. Pasó poco más de un año y sobrevino una tercera ola de contagios. Las vacunas funcionaban bien, pero no protegían más de seis meses. Los adultos mayores seguían siendo un grupo de riesgo, ante la cuarentena extendida que sufrían los abuelos se registraron un aumento de suicidios por depresión y un número creciente de personas que ya no guardaban el aislamiento estricto.

La pandemia sino mataba por efecto mataba por omisión, Los resultados de una encuesta corroboraban, según dijo el Director General de la Organización Mundial de la Salud que gran número de personas con enfermedades no transmisibles que necesitaban tratamiento (cáncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes) no habían recibido los servicios sanitarios y los medicamentos que necesitaban desde que comenzó la pandemia.

Las economías no podían despegar, otro requisito indispensable para el sistema imperante: desarrollo infinito. Los recursos humanos acabaron por escasear. Se comenzó lentamente a entrar en anomia social, solo una mirada retrospectiva permite dar cuenta de la estupidez reinante. Nuestro amplio sistema de adaptación nos jugó una mala pasada, desde ese punto toda situación anormal podía ser integrada como normal.

Las personas a sabiendas que era inevitable contagiarse optaron por seguir con su vida normal: trabajando, reuniéndose, viajando.

Otro fenómeno imperceptible fue el regreso a las zonas rurales, hasta territorios poco aptos para la supervivencia fueron paulatinamente poblados.

El ser humano seguía siendo optimista, tenía mucha fe en la ciencia. Cuando todo parecía encaminarse a la victoria sobre el virus sobrevino una noticia inesperada: la enfermedad podía ser contraída por tercera vez. Los primeros registros fueron dramáticos, el tercer contagio era el vencido, la gente no se recuperaba.  La mortalidad era del 95%. Recién en ese momento, luego de más de dos años, las personas, los gobiernos, los organismos internacionales y, sobre todo, las multinacionales se dieron cuenta de lo que estaba pasando. Era un maldito juego de computadora, cada uno tenía dos vidas, la tercera era la vencida.

Todo empezó a colapsar, la anomía se hizo más palpable, se primarizó la economía, algunos países se convirtieron en simples grupos tribales luchando por la supervivencia. Comenzó la desintegración del comercio internacional, La irrupción de los rebrotes de la enfermedad se produjo en un contexto de debilitamiento del comercio mundial que se arrastraba desde la crisis financiera de principio de siglo. La rápida propagación de la enfermedad y las medidas adoptadas por los gobiernos tuvieron graves efectos en las economías mundiales. Interrumpido gran parte de las actividades productivas, primero en Asia y subsiguientemente Europa, luego América del Norte y América Latina junto al traspiés que implicaba un cierre generalizado de fronteras, primero, una apertura moderada después. Esto había dado lugar a un marcado aumento del desempleo, especialmente en las potencias hegemónicas, con la consecuente reducción de la demanda de bienes y servicios. En este contexto, el producto mundial registraría su mayor contracción desde la Segunda Guerra Mundial.

En esta coyuntura el volumen del comercio mundial de bienes cayó un 29,7% con respecto al último año antes de que comenzara la pandemia. La caída fue generalizada, afectando a las exportaciones de los países del primer mundo. Los países en vías de desarrollo fueron de las regiones más afectada. Solo las naciones que guardaban cierta unión junto a la capacidad de producir alimentos y de mantener en pie la industria primaria podían atravesar los nuevos tiempos con algo de holgura para su población.

El crimen se organizó, se envía a matar contagiando al rival que ya había tenido dos contagios, se explotaba a la gente por la vacuna o para no ser contagiada. La vacuna comenzó a subir de precio hasta ser valor de cambio y llegó el momento inevitable donde casi fue imposible de conseguir.

La población mundial había descendido, luego de tres años, un 30%. Y esto era un dato que también jugaba en contra para el sistema imperante ya que necesitaba de un exceso de población. Pero este descenso no era producto directo de la enfermedad, como dije sino te mataba por efecto te terminaba matando por omisión. La enfermedad diezmó la población de especialistas médicos, matándolos o haciendo que renuncien a sus puestos. Esta carencia derivó en la falta de atención de muchas enfermedades y por lo tanto en el resurgimiento de muchos padecimientos que habían podido ser controlados. En algunos países afectó la producción de comida generando hambrunas, el declive del comercio mundial afectó la distribución de medicamentos, aquellos estados que no tenían la capacidad de fabricar remedios veían a su población enfermar y morir. La tecnología dejó de avanzar con la velocidad que lo había hecho, impidiendo dar mejores respuestas a los problemas que se enfrentaban. Las sociedades más ricas del planeta no pudieron sostener el nivel de vida que habían logrado y estuvieron obligadas a racionar los recursos, parte de la población no lo aceptó y comenzaron a producirse luchas de secesión. Aquellas que optaron por un sistema de reparto más equitativo de la riqueza y que ya habían vivido, en el siglo pasado, los holocaustos de la guerra sobrevivieron mejor al nuevo estado de las cosas, aunque con una población envejecida.

En nuestra región, los que nos adaptamos, formamos tres grupos, aquellos a los que se les daba bien la agricultura, los que se dedicaban a los animales de granja y los cazadores-pescadores (la disminución de la población y de la circulación de personas había provocado un incremento en la población de animales salvajes y por lo tanto este grupo era casi imprescindible) Todos nos hicimos cargo de dos o tres actividades, yo trabajaba por las mañanas diseñando estrategias para redistribuir el territorio junto a un equipo interdisciplinario en el Estado, en las tardes atendía mis huerta cuya producción alcanzaba para diez familias, los fines de semana  y algunas noches entre semana  participaba en un club. La vida se había hecho más comunitaria y ante tantas perdidas los lazos se habían fortalecido.

Hubo cosas favorables, nuestra cultura se enriqueció al dejar de llegar contenido desde el exterior, los fogones se convirtieron en una tradición, y los jóvenes se fueron volcando a actividades artísticas con mayor entusiasmo, el quiebre en las necesidades y la forma de vincularse de la población fue generando un cambio en la visión de la realidad. Pero no todo fue color de rosas, ha habido disputas sobre las propiedades que han quedado sin dueños, algunos casos llegaron al enfrentamiento armado.

Al tercer año las cosas en la región se estabilizaban, en el mundo las noticias que llegaban eran desalentadoras, guerras por los recursos, explotación de poblaciones enteras, inestabilidad de las facciones hegemónicas (el virus impedía la estabilidad en el poder de líderes fuertes. Cuando alguien llegaba al poder y estabilizaba una situación de crisis se le acababan las vidas, no tardaba mucho en contraer la enfermedad y morir, así dejaba un vacío de poder que era vuelto a reclamar por otros líderes)

Hace seis meses llegó a la provincia un ejército proveniente del centro del país. En un principio se comunicó a nuestros gobernantes que la llegada era para apoyo y logística, pero su misión era ocupar nuestra tierra para controlar los tres diques que estaban en la pre cordillera. De un día a otro nos enteramos que el país se había dividido y que el centro, que históricamente había sido el territorio de nuestra oligarquía, planeó tomar el norte y el sur para dominar los territorios por la fuerza. El razonamiento era el siguiente: tenían una gran extensión de tierra fértil, pero entre la demanda de su sector industrial y el agrícola no alcanzaba para mantener el estándar de vida que habían llevado. ¿Cómo las familias más ricas del país iban a trabajar la tierra? Siempre habían vivido de la renta, pero en los tiempos que corrían, con las caídas de las exportaciones ¿quién alquilaría las tierras? O ¿quién estaría dispuesto a producir excedentes si a lo que se encaminaba todo era hacia una simple economía de subsistencia? Necesitaban mano de obra esclava para sus tierras, para sus fábricas, para sus puertos. La única forma de volver al orden establecido (al viejo sistema) era mantener las condiciones de desigualdad de la distribución de la riqueza. Fue en ese momento que entendieron que sin regiones periféricas que estuvieran al servicio de ellos no podrían subsistir como clase hegemónica. Y al ver que estas regiones se adaptaban mejor a las necesidades socio-económicas vieron la necesidad de encarar la gesta de refundación de la Republica (como ellos la llamaban) sometiendo a las regiones del sur y el norte. Como era antes de la pandemia, pero ahora debía hacerse evidente debido al cambio de reglas.

 En ese momento los cazadores fueron los primeros que se dieron cuenta de la situación, acostumbrados a acosar a su presa entendieron que iban a ser sometidos y la libertad que habían obtenido con el nuevo orden, los lazos de comunidad que habían logrado se perderían ante el sometimiento. Se refugiaron en la montaña organizando con parte del ejército que estaba apostado en la región, desde antes de la pandemia, la resistencia. No nos caracterizábamos por ser un pueblo guerrero pero la forma en que se establecieron y las condiciones que nos impusieron nos hicieron reaccionar rápidamente.

Nuestro razonamiento era tan lógico como el de ellos: teníamos las vidas contadas y los invasores pretendían que nos las rifáramos esclavizados a otros, conocíamos el terreno como nadie, todos los pobladores: agricultores, granjeros, obreros, educadores, médicos, constructores, entramos en la resistencia. Nuestra actividad cultural no se vio interrumpida lo que favoreció la organización de la resistencia mediante mensajes cifrados dentro de nuestras tonadas y poesías. Como los conquistadores no entendían nuestra nueva forma de gobierno no se opusieron a que mantuviéramos las nuevas costumbres de nuestro pueblo.

Ellos tenían aviación, artillería, pero la moral de sus tropas no era del todo buena ya que también se jugaban su tercera vida y morir por la ambición de otro no era una elección. Ser soldado no tenía el significado de siglos atrás. Se sumaba el hecho que al pueblo al que debían sojuzgar era, hasta hacia algunos años, compatriotas, gritaban por la misma selección de futbol, tenían descendencia y parientes en común, idolatraban a las mismas bandas de música, compartían un idioma común. Sobre eso trabajamos, yo como sociólogo junto a psicólogos y comunicadores diseñamos una campaña que fue muy eficaz para hacer desertar a los soldados. Casi no disparamos balas, no ha habido bajas de ningún de los dos lados, no nos ha hecho falta luchar, creo que el paintball era más peligroso que esta guerra. Solo en los últimos días han comenzado alguna que otra escaramuza, pero la mayoría tiramos tiros al aire, sin intención de matar a nadie, diría que hasta por diversión. Hace unos días se pactó una tregua, organizamos partidos de futbol entre los batallones, un campeonato de truco (en el cual perdí la final ante dos cordobeses mentirosos, pero muy simpáticos que nos ganaron con una falta envido con 22) también hubo guitarreada con chivitos asados de por medio y unas cuantas damajuanas de patero.

Yo estoy escribiendo esto parapetado en el edificio España, frente al Centro Cívico, según el último parte hay 100 soldados que habrían rendido sus armas, alrededor de 50 habrían huido hacia los valles pre cordilleranos. Hemos sitiado el centro cívico, en su interior el comandante en jefe del ejército invasor, que no quiere dar el brazo a torcer ha quedado atrapado resistiendo.

Nuestro comandante, un tucumano que se quedó en la provincia enamorado de una jachallera, nos informó que se le habría entregado un ultimátum. De no acceder a la rendición mañana iniciaremos el último asalto. Yo ya estuve contagiado tres veces, soy uno de los pocos casos que se ha recuperado. Pero nadie ha llegado a sobrevivir una cuarta vez, la pandemia nos trajo desgracia, pero nos enseñó el valor de estar unidos pues la muerte es inevitable, hay pueblos que no lo han entendido, se empecinan en ver el mundo con los ojos del viejo sistema…

LA ETRNIDD DEL AMOR

 


El hombre me miró con ojos de pasado, suspiró con estoicismo y me dijo: “no sé cómo paso”

Yo no sentí nada de compasión, el sujeto parecía inofensivo, pero, por experiencia, sabía que esos eran los peores. Lo tomé del antebrazo, le di vuelta y le puse las esposas. La mujer yacía en el pasillo, sin vida, con un cuchillo de cocina en la espalda.

Antes de llevarlo al patrullero el hombre giro, miró el cuerpo de su esposa y murmuró:” por qué me hiciste hacer esto”

Sus palabras confirmaron mis sospechas, me provocó repulsión y rabía. Le apreté el brazo con fuerza y le di un pequeño empujoncito que lo hizo trastabillar. Al tipo no volví a mirarlo a la cara.