La mañana nace en tus ojos
Y comienzo a vislumbrar el paraíso
Floreciendo en tu sonrisa lunar.
No hace falta que lancemos sonidos al viento
Hace rato que dejamos de temer los silencios
Para lanzarnos a nuestros nimios sueños
Que, con insistencia, hemos intentado inventar
Como niños jugando a ser mayores.
La vida en cada rayo de sol que aflora
Se nos ha encendido de recuerdos:
Como tu figura en la puerta de calle
Despidiéndome con tu brazo espantando miedos
O yo, cuando te abrazo con mi cuerpo y te cubro con mi vida.
La mañana se hace con tus ojos y
Ni el viento, el granizo o una tormenta
Pueden alterar nuestras miradas
Obstinadas en cultivar breves chispas de ilusiones
Que iluminan nuestros deseos imperfectos…
Yo y tu sobre las hojas marchitas
Tu y yo amaneciendo entre las montañas doradas
Tu yo viéndonos a los ojos en un segundo perpetuo.
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