Presentación



Comencé a escribir en la década del ochenta, en el siglo pasado (dicho de esta forma repercute como un hecho ancestral); si bien manejo las nuevas tecnologías muy bien, siempre tuve la idea de que lo escrito debía publicarse en papel. Pero, todos los que han intentado lo saben, publicar no es fácil y mucho menos si uno vive alejado de los centros literarios. A pesar de haber participado en algunas antologías y revistas y haber ganado algún que otro concurso no creo que nada se compare al sentimiento de ser el protagonista de la tapa de un libro.

Pero más allá de delirios personales, de la lujuria de la fama y el egocentrismo tira bombas que cacarea la propia supremacía de su pensamiento, la pregunta motora de la escritura está ahí: ¿par qué se escribe? (por favor no piensen en la respuesta top de los escritores “para exorcizar fantasmas”).

Para responder la pregunta expuesta tomo como supuesto la idea de que uno escribe para otro (aunque a uno le apene lo que ha escrito, como a mí) y si es así lo que uno está tratando de hacer es de presentarse, de decir ¡“mírenme”!. Y puedo aceptar que ese “míerenme” puede estar dicho con la mayor humildad o la más pesada petulancia pero siempre se trata de decir” acá estoy”.

Tras los pasos de este razonamiento, un tanto errático, es que decidí salir a mostrar lo que he escrito durante tanto tiempo y decir mírenme acá estoy.

En cuanto al por qué escribo, es decir, esencialmente qué me ha llevado a elegir esta forma de presentación mi teoría es simple: escribir es una bella forma de pasar el tiempo.

Este es el pensamiento a seguir tras la creación de este blog el cual se ira desenvolviendo a medida que el tiempo transcurra.







Mi corazón nunca estuvo lejos de ti (Para Antonia)

 


Mi corazón nunca estuvo lejos de ti

cuando mis dudas bajaron de la montaña
anhele acercarme y darte

lo poco que subsiste de mi
pero hay grandes cordilleras nevadas
y mis ojos no pueden traspasarlas
y mis pies son tan pequeños

y mis fuerzas tan limitadas…

Mi corazón nunca estuvo lejos de ti

podría llegar a la cima

con la esperanza de no encontrar

otra quebrada

aun fuese lo último que imagine

con tal de ver tu sonrisa

brillar como el sol

Cuando mis dudas bajan de la montaña

sé que el tiempo

ya se cuenta por atardeceres

y aspiro llegar a tus brazos

antes que el postrero rayo

que adora el oriente

arañe la ladera

de una montaña lejana

Sé que no ha sido suficiente

y también que podría haber sido mejor

pero a pesar de la sierra más alta

de la pared más escabrosa

del viento esculpiendo el granito

 y los ríos caudalosos

escribiendo los designios

de dioses circulares

y de mis dudas incrustadas

en las ancestrales   rocas

mi corazón nunca estuvo lejos de ti

 

 

 


Nocturno


 Llueve... y el silencio lo corta

gotas golpeando

un techo de chapa

Llueve... y la humedad

lame nuestra piel

hasta hacerla un chicle.

Llueve... y los sentimientos 

arrastrados por el viento

corren por los micro-rios

cuesta a bajo.

Llueve...y cada lágrima 

se pierde y cada dolor

se baña y cada...

inútil obsesión queda

diluida en la profundidad 

de una alcantarilla.




LA NOCHE


 

Llega la noche hurtando el silencio

cómplice de arcaicos miedos

ataca la ventana y enciende viejos deseos.

La noche indulta Al cuerpo las perversiones

enfundadas en armaduras de sudor

la noche pone en marcha las máquinas

que fabrican sueños pret-a-porter

La noche ahoga miradas insomnes

y alberga especulaciones de vino y cerveza

La noche encadena las inseguridades al pie de la cama

y glorifica en rezo los anhelos cercados

por las señales del camino.

La noche puede matarnos

jueza, verdugo y sepulturero

sin que hayamos conseguido la salvación.

LA CARA CONTRA EL PISO


Vi al chico de diecisiete años en el piso, unos minutos antes me había arrebatado el celular, al escapar un vecino lo había reducido tirándolo al piso y apoyándole la rodilla en la nuca. El pibe me decía que no había hecho nada, que lo dejaran ir.

Vi a mi vecino, un hombre retirado del ejército, insultarlo de arriba abajo: “cállate maricón”,” no que sos tan machito para robar”, “ahora te pones a llorar como una nena”, y a la vez intercalar alguna frase dirigida al público que ya se estaba reuniendo: “la juventud de ahora no sirve, está rota”

Vi a la gente reunirse y también insultar al ladrón, cierto brillo en sus ojos delataba satisfacción de ver al pibe tirado en la calle la cara contra el piso.

Vi al chico nuevamente, lo conozco, es de la zona. El pibe ha vivido toda su vida en la calle, en su casa están su madre y sus cuatro hermanos. Dejó la escuela hace rato y se pegó al grupo de los vagos del barrio: esos que miran pasar todo, viven de changas o subsidios y, por qué no, uno que otro arrebato. A mí nunca me falto el respeto, más de una vez lo contraté para que me hiciera trabajos de limpieza en el fondo o en la vereda.

Por un instante se me ocurrió poner la cara contra el piso y ser el pibe chorro. Escuchar como todos me insultan: el gallego de la verdulería el mismo que me pagó un trabajo con verdura podrida, la vieja de la otra cuadra que explotó a más no poder la necesidad de trabajar de mi vieja, la maestra de en frente que vive de parte de enferma y está más sana que cualquiera, el milico que se cree la gran persona y la tiene encerrada a su mujer. Me doy cuenta que no puedo ponerme en su piel por qué esos reproches son más míos que de él; aunque el pibe los debe intuir, debe ver todas esas pequeñas y cotidianas perversidades, como sombras detrás de bambalinas.

Llega la policía, el agente me explica que tengo que hacer la denuncia, lo meten al móvil, el chico está resignado. Es menor de edad, se lo restituirán a la madre, yo iré a la comisaria, pero no haré la denuncia, recuperaré el teléfono y me iré a casa. Todo el barrio protestará por que entran por un lado y salen por otro y seguiremos alentando nuestras pequeñas miserias cotidianas. Lo cierto es que el ejercicio de ser el pibe chorro me dejó aún la sensación de tener la cara contra el piso.




INODOROS BLANCOS

 



En la cárcel de nuestras funciones más básicas

Los pantalones están clavados

Al escurridizo piso

Por dos piernas que piensan

La soledad humectando los azulejos

Recicla sueños-pesadilla

En la ignorancia de lo evacuado

Buscando el futuro en revistas viejas

Inodoros blancos, por qué blancos

Bajo el sol de verano

Ideas que se acolchonan en las toallas

perros ladrando a espectros espantados

Que pululan por los jabones y la crema dental

Ideas equilibristas en el borde

Del lavatorio posmoderno

Inodoros blancos, por qué serán blancos

Bajo el sol de verano

Ocultando nuestra fragilidad

En un campo sembrado

De rodillas peladas.